Alejandro Bresler es sólo un empleado del templo del conocimiento. Si tiene quejas, presente una nota por triplicado en la central y espere lo que haiga que esperar.

lunes, 25 de octubre de 2010

Alumnos de IPC - Martes y viernes de 7 a 9 y de 9 a 11 - Más fiebre

Estimados;

Estuve esperando lo más que pude, pero la fiebre persiste. Es un problemón, porque las fechas se amontonan y la corrección se va a hacer complicada. No obstante, no tiene sentido que vaya mañana a dar clases, porque me voy a romper. Dejo entonces este mensaje para avisar que mañana no voy.

Las fechas del segundo examen se corren. Se va a tomar los días 9 y 16 de noviembre (1ra. y 2da. parte).

saludos a todos

Alumnos de IPC - Lunes y jueves de 21 a 23 - Fiebre

Estimados;

Estuve todo el domingo con fiebre. Estoy con fiebre ahora. Se complica todo y bastante, porque las fechas dan con calzador; pero no puedo dar clases así. Hoy (lunes 25 de octubre) no voy a asistir.

Esto significa que todo se nos apreta. Las fechas del segundo examen serán 11 y 15 de noviembre (1ra. y 2da. parte).

Saludos.

jueves, 14 de octubre de 2010

Al público en general - Mario Heler como me sale

El tiempo, dicen, cura todo. Es mentira.

Hace un rato largo que no publico nada. Esperé inútilmente que dejar pasar unas semanas me hiciera más fácil la tarea de escribir algo sobre Mario, a quien le debo una despedida (no le debo nada ya, en realidad, lamentablemente, porque ni siquiera me está permitido sufrir un reclamo; la muerte es precisamente esa falta irreparable de todo). Digo, de todos modos, que hay deuda. Me hace sentir estúpidamente esperanzado en que un par de ojos saltones agradecen lo que hago desde algún resquicio de vaya a saber dónde.

Escribo hoy porque se cumple un año de una estupidez. Un aniversario nimio, insignificante. Sin embargo, la fecha me lo plantó a Mario de cuerpo entero frente al escritorio desde el que estoy escribiendo.

Estaba repasando unas clases viejas, anotadas en mi cuaderno. Mario se mofaba siempre de mi cuaderno, probablemente el único territorio en el cual mis obsesiones superaban a las suyas.  El día 14 de octubre de 2009 hay un textito que dice así: "Mario - 14/10/09 VER 30/03 (p.35)" (mi cuaderno está numerado; a Mario le causaba gracia). Fui a ver qué había el treinta de marzo, obviamente.

El 14 de octubre del año psado me junté con Mario para hablar de mi vida académica. Él insistía con que me pusiera a laburar, como siempre. Yo insistía con que mejor no. Ese día hablamos del proyecto UBACyT y me recordó que a principios de ese año habíamos quedado en algo que, como de costumbre, yo no había cumplido. Y tuvimos una conversación que reviví. El 30 de marzo, Mario había agarrado mi cuaderno y había empezado a hacer ahí un esquema de cuál era el trabajo que quería que hiciera en el proyecto. Mi tema era la educación. El esquema era, como todos los esquemas y cuadros de Mario, incomprensible. Yo le observé, precisamente, que si esperaba que yo cumpliera con lo que me pedía tenía que empezar a dejar de escribirme esos jeroglíficos indescifrables, que ya bastante me complicaban la vida cuando daba clases y tenía que explicar sus cuadritos (algo que ya, por mi salud, no intento). Y acá viene lo que me movió a escribir.

Mario me preguntó, cuando le hablé de sus cuadritos, lo siguiente: "¿Qué les estás diciendo a tus alumnos de mí, subversivo?" (Es muy difícil para quien no haya conocido a Mario imagináselo diciendo eso; lo siento, pero no lo puedo solucionar). Ya una vez, viajando en auto, yo le había comentado que me daba mucho resultado ponerme criticón con el libro. Él se reía (¿alguien conoce algún titular de cátedra que se ría cuando un ayudante le dice que le critica los textos en clase?). Le dije que empezaba haciendo chistes con sus cuadros y sus esquemas, que le destrozaba a ese Kuhn malvado que había inventado y le criticaba a Bourdieu. Después venía el Capítulo 3 y ahí lo transformaba de nuevo en un señor respetable, lo cual se sostenía en el capítulo 4 hasta llegar al 5 que, definitivamente, no me gustaba. Le dije también que ya casi no daba el capítulo 5, salvo para introducir dos o tres conceptos que me parecían importantes. Pero el resto estaba sometido a crítica en las clases. Yo le contaba todo esto y él sonreía y cada tanto hacía un gesto de escándalo, abriendo los ojos como huevos.

¿Por qué cuento todo esto?

Hoy descubrí que esa sonrisa ante mis confesiones es lo que no me puedo sacar de la cabeza cuando lo recuerdo. Mario se reía mucho; pero lo que me duele no es tanto recordar esa alegría sino más bien sus motivos: a Mario le alegraba la vida el pensamiento. Y créanme que esto que escribo no tiene por finalidad dejar establecido que pienso. No tiene nada que ver conmigo, más que por la anécdota que traigo a la luz. Tiene que ver con que a Mario los escalafones le importaban tanto como la práctica museística del desciframiento de esencias en los textos: nada. Le importaba charlar, pelearse, discutir. Pensar. Y si algo voy a llorar mucho tiempo de su ausencia es que años de academia no me han dado la oportunidad de conocer a otro ser humano con semejante generosidad. Yo me sentía, con Mario y gracias a esa risa desencajada y hermosa que tenía, mucho más importante. Yo era mejor cuando él estaba vivo, porque él me hacía sentir mejor. Créanme, amigos, que en la vida académica no sobra gente así. Es más: no sé si hay gente así, además de Mario.

Podría haberlo recordado como un gran pensador, como un intelectual profundo, como un verdadero transgresor (qué palabra bastardeada y difícil de usar, pero que le cabe demasiado bien). Era todo eso. También era un gran docente y, sobre todo, un maestro. Era un filósofo, lo cual ya es muchísimo. Pero lo recuerdo como alguien que hacía mejores a las personas que tocaba. Alguien que me hizo mejor a mí.

Se lo agradezco profundamente y, como si me escuchara, le digo que voy a hacer lo imposible para estar a la altura de lo que pensaba que yo podía ser.

Te mando un abrazo, Mariete.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Al público en general - Nuevas encuestas

Como ya el clamor era insoportable (¡Los clamantes llegaron esta vez a ser... DOS!) ahí puse encuestas nuevas.
Bueno, eso.

Chau

P.S.: Los parciales son una garcha. En cuanto los lea, confirmo.

Ora sí, chau.