Alejandro Bresler es sólo un empleado del templo del conocimiento. Si tiene quejas, presente una nota por triplicado en la central y espere lo que haiga que esperar.

lunes, 2 de agosto de 2010

Al público en general - Un problema menos

Cancelé mi deuda con la kiosquera. Soy un hombre un poco más feliz.

Menos mal.

8 comentarios:

Tamara dijo...

Alejandro: entro en tu blog en los pocos minutos en los que se me interrumpe mi dolor de muela (de un conducto hecho por la mitad) y leo tus dos ultimas publicaciones y pienso 1º)Hace mucho que nos nos vemos, asi que: Hola ; 2º)Como se nota que estamos en vacaciones, quisiera poder contagiarme de tu angustia por tener que seguir atado a estas mini-deudas, pero por lo menos me alegro que le hayas cancelado a la quiosquera. Lamentablemente me encuentro fuera del sistema, no tengo tarjeta de crédito y en este momento ni siquiera recibo de sueldo por lo que nadie me ofrece ninguna forma de pago ni siquiera engañosa para que me ilusione con que alguna entidad de crédito quiera por lo menos amagar en darme algún beneficio. Por esta razón no puedo acompañarte en este momento de angustia, pero si te sirve de algo de solo pensar en lo excluida que estoy del sistema financiero en ese sentido ya me estoy sintiendo mal y hasta temo que ahora por eso vuelva el dolor de muela y hasta se me pudra toda la mandibula; 3º)En mi opinion la licadora del Vaticano puede llegar a ser una buena inversion ya que implicaria una conexión más cercana con el reino de los cielos y hasta el momento nadie me hizo una oferta mejor para lograrlo.

Saludos

Alejandro Bresler dijo...

Lo bueno de la licuadora del Vaticano es que por ahí, con algo de fe, te viene igual, aunque no la compres. Los requisitos son los mismos que para hacerla funcionar. Es lo bueno de la iglesia, que está tan ocupada en cuestiones espirituales que el dinero no le importa. Sólo la fe. Y el amor. Y la paz mundial.

Un abrazo.

P.S.: No comas de ese lado.

Anónimo dijo...

Hace rato no entraba; me cague de risa con las notas al publico.
Pero te vine a preguntar algo serio, y no cumpliria con mi deber si me voy y no te dejo mi inquietud.
Una vez te oí decir que Aristoteles escribia como un obsesivo compulsivo, creo. ¿Me podes decir, hasta donde las posibilidades lo permitan, que quisiste decir con eso?
Pensando en eso se me ocurrió que Descartes, con su manera de dudar, hoy por hoy sería considerado un obsesivo compulsivo, no se si tendrá algo que ver pero son algunas de las cuestiones que me hicieron entrar aca.

En uno de estos dias paso x aca mismo a ver si me dejast alguna respuesta.
Saludos.


A. Dodero

Alejandro Bresler dijo...

A. Dodero;

vaya a saber en qué contexto, a cuento de qué y por causa de qué sustancia particular ingerida en la fecha del comentario, dije lo que dije. Si yo entendiera todo lo que digo sería un hombre más feliz.

Noto, de todos modos, que mi observación no es poco defendible. Basta abrir un libro cualquiera de Aristóteles ("Metafísica", ponele, por no decir el "Organon", que ya roza el delito) para encontrarse con una sucesión de problematizaciones que empiezan como a enrularse hasta límites que a uno, que no está tan enfermo como ese señor (o no es tan genial, que es más o menos lo mismo), lo hacen empezar a perderse en un mar de precisiones conceptuales que parece no terminar jamás.

Es más o menos así:

El tipo te quiere explicar cómo hacer un té. Agarra y empieza a decirte "para hacer un té, hace falta... no, no, pará, que no te aclaré lo que es un té... un té es... no, pará; "un" té, supone la unidad, porque una cosa es decir "el" té y otra "un" té... pará, pará... "el" y "un" son, en cierto sentido, diferentes, pero en otro... ¿diferentes? pero ¿qué es la "diferencia"?... pará, pará..." y así. Resultado: el enfermo escribe un tratado de doscientas páginas que se llama "sobre la infusión" y el té que te lo enseñe a hacer tu abuela.

Obviamente, gracias a dementes como este existe la filosofía (por suerte, al menos para mí, que me divierto con eso).

Anónimo dijo...

jajaja... que loco.
Lo acabo de comprobar, pispie un poco el organon. En los primeros analiticos, al principio leyendo 5 veces cada proposición lo iba entendendiendo, pero cuando llega a la parte de las contingentes, pierde cualquier rasgo de cordura humana.


Siempre un gusto, hasta luego

Alejandro Bresler dijo...

No hay que leer el Organon, Dodero; hace mal. Conozco gente en rehabilitación por este tema. Cuidate. Querete.

Maria Eugenia Funes dijo...

Profesor Bresler, espero nuevas encuestas y creo no ser la ùnica. No se olvide de nosotros los votantes. Lo saludo atentamente.

Alejandro Bresler dijo...

shastá, María Eugenia.